sábado, 1 de septiembre de 2012

Una continuidad que dice mucho

Tercerizados, vaciamientos, paros y “accidentes” a seis meses de la tragedia de Once.


Mientras discursivamente la década de los ´90 es demonizada por el gobierno nacional y la mayoría de los medios de comunicación que denuncian la impunidad y los resultados económicos y sociales que devastaron a la Argentina, la política de transporte instalada por aquellos años continúa sin cambios. Un entramado que tiene como ingredientes: precarización laboral, tercerizaciones, subsidios millonarios, vaciamiento, desidia, corrupción y complicidad sindical, nos coloca en la situación actual donde semanalmente nos sorprendemos con viejas novedades con resultados trágicos.

Mientras se privatizaba el sistema ferroviario, se desmantelaba un sistema complejo de trabajo, economía regional y sociabilidad. Con este proceso harto conocido, se reducían dramáticamente los puestos de trabajo y se comenzaba a financiar un puñado de empresarios subsidiarios del estado nacional que se hicieron cargo de ellos. Mientras Benito Roggio (Grupo Roggio), Benjamín Romero (Grupo Emepa) y la familia Cirigliano (Grupo Cirigliano) asumían al frente de los principales ramales de ferrocarril, los puestos del trabajo del sector se reducían de 114 mil a solamente 14 mil. Estos 100 mil puestos de trabajos perdidos de ferroviarios solamente pudieron ser suprimidos con la complicidad de la Unión Ferroviaria. El gremio liderado por Pedraza facilitó los despidos de personal y a cambio obtuvo negocios propios que incluían sociedades con los grupos concesionarios en las incipientes tercerizaciones y la gestión en sociedad del Ramal Belgrano Cargas.
Empezó, de esta manera, una cadena de complicidades entre sindicalistas empresarios, empresarios que perciben multimillonarios subsidios del estado nacional, una política de transporte que privilegia el negocio de unos pocos al servicio público, el consiguiente deterioro del sistema de transporte ferroviario, precarización laboral para reducir costos, persecución a opositores, corrupción, desidia estatal y vaciamiento. Cada eslabón cumplió un papel fundamental de un proceso que continuó a paso firme a pesar de los vaivenes políticos que sufrió el país en los últimos 20 años. Del menemismo al kirchnerismo, desde inicios de los ´90 a 2012, la secuencia se consolida sin cortes y nos topamos con consecuencias cada vez más trágicas.
En este veloz repaso por los últimos 20 años de política de transporte ferroviario, se hace obvia la relación y las responsabilidades políticas, empresariales y sindicales que se establecen en el asesinato de Mariano Ferreyra en el contexto de una lucha de tercerizados del Roca, los accidentes ferroviarios que se repiten dejando víctimas fatales como en los casos de Once y la Estación de Flores y los vaciamientos sistemáticos como el que se da en los subterráneos que dejaron a la ciudad de Buenos Aires sin servicio por 10 días. Sin embargo, esta suma de complicidades, que además acuñan encubrimientos cruzados, no pudieron evitar que hoy sea juzgado Pedraza y su patota ferroviaria por el asesinato a Mariano Ferreyra y sean procesados los Cirigliano y sus cómplices por la denominada tragedia de Once. Imposible continuar con tanta impunidad instalada a la vista de todos.
Mientras las luchas contra el fin de las tercerizaciones siguen su curso a pesar de la violencia ejercida para sostener los negocios, los pedidos de justicia por el asesinato de Mariano Ferreyra y la denominada tragedia de Once a 6 meses de haber ocurrido se multiplican. La política de transporte que no ha variado su signo privatista y neoliberal está mostrando su cara más brutal, a medida que los protagonistas se sienten más amenazados y que los años de corrosión visibilizan la decadencia. Mientras las concesiones sigan su curso y la lógica del negocio se imponga sobre el servicio público, los recursos del estado serán el caldo de cultivo para generar estos episodios que se repiten inevitablemente. Mientras no se cambien los fundamentos, no se modificarán los resultados.
La recuperación de un estado presente que se pregona desde el discurso del gobierno nacional, por el momento en el sistema de transporte, sólo se refleja en mayores recursos para unos pocos y peores condiciones para los más. Políticas activas que desarticulen por un lado el entramado del transporte neoliberal y las prácticas de precarización laboral encarnadas en su máxima expresión por las tercerizaciones no pueden esperar. A 6 meses de la tragedia de Once, con Pedraza en pleno juicio y Cirigliano procesado tenemos que exigir justicia por Mariano Ferreyra, que los vaciadores sean juzgados, juntos con los cómplices sindicales y políticos y que el sistema ferroviario sea recuperado para beneficio de usuarios y trabajadores.
Nota originalmente publicada en El Diario del Juicio

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