martes, 24 de julio de 2012

CGT: ¿Una disputa por la legalidad o por la legitimidad?


Por Jorge Duarte*
Con la realización del Congreso Ordinario de la CGT y la elección de Hugo Moyano como Secretario General de la central por un tercer período, se abre una nueva etapa dentro del movimiento obrero organizado.



La consolidación de la dispersión en varias centrales es un hecho y ahora sólo resta ver las respuestas de los trabajadores ante la fragmentación de sus dirigencias.
Con la división consumada, Moyano comenzó su tercer mandato al frente de la CGT, mientras que Barrionuevo continúa a la cabeza de la CGT Azul y Blanca y Caló espera que llegue el 3 de octubre para que los gremios denominados “Gordos” e “Independientes” lo designen como conductor de “la CGT de los gremios más importantes”. Con tres CGT y, no olvidemos, dos CTA, a los trabajadores se les presenta un escenario de absoluta fragmentación. Mientras que desde el sector de Caló dicen que las diferencias son de modelo de conducción y atacan el personalismo del líder camionero, desde el moyanismo sostienen que las diferencias son programáticas. Por su parte, Barrionuevo coquetea con ambos y no cierra con ninguno.
La pelea por la legalidad de la CGT comenzó hace semanas. Los dirigentes que acordaron una lista de unidad con Antonio Caló (UOM), Carlos West Ocampo (Sanidad); Ricardo Pignanelli (Mecánicos); Julio Ieraci (Luz y Fuerza) y Armando Cavalieri (Comercio) presentaron cartas documento impugnando a la Comisión Directiva que refrendó el cronograma electoral que llevó a Moyano al frente de la CGT. El Ministerio de Trabajo de la Nación, por medio de una resolución, respaldó tal pedido y ordenó al moyanismo que convoque nuevamente a una reunión de Comisión Directiva que establezca un nuevo proceso electoral. Sin embargo, desde los sectores afines al camionero apelaron la decisión ministerial argumentando que el proceso es absolutamente legal y sostienen que la intervención del Ministerio de Trabajo es una cuestión de injerencia política en la vida sindical. Esta lucha seguirá en el Ministerio de Trabajo y en Tribunales con un final casi cantado.
Ahora bien, el tema central que se origina en este momento del conflicto tiene más que ver con la legitimidad que pueda conseguir alguna de las CGT que con la legalidad que establezca una resolución judicial o el Ministerio de Trabajo. Hablamos específicamente a qué conducción va a conseguir el consenso necesario entre los trabajadores para poder erigirse como referente de sus reclamos y reivindicaciones. De esta construcción de consenso y de la capacidad de representación de las demandas de los laburantes, surgirá el poder real que guíe el rumbo de la Confederación General del Trabajo en los próximos cuatro años, en los que la política partidaria no será ajena.
El acto de Ferro dejó una serie de pistas para que podamos pensar lo que se nos viene. Por un lado, se concretó lo que era evidente: la gran mayoría de los gremios se encuentran del lado del conductor camionero, pero los gremios con la mayor cantidad de afiliados elegirán a Caló como conducción el próximo 3 de octubre. Por otro lado, quedó asentada la limitada (y en decadencia) influencia de Barrionuevo y su CGT Azul y Blanca en diáspora. Esto dibuja un escenario de disputa muy parejo entre las dos CGT, con un Barrionuevo que con su neutralidad no suma, sino que por el contrario, resta.
Además, Ferro consolidó a camioneros como el único gremio con capacidad de movilización masiva, dejando al descubierto que el resto de los sindicatos que acompañan a Moyano encuentran muy limitada su capacidad de acción en ese sentido. También dejó constancia de una presente y numerosa columna de la Juventud Sindical.
En el plano superestructural, el Congreso de CGT del 12 de julio expresó una tropa muy cerrada y consolidada del moyanismo, mientras que se plasmaron fracturas en los gremios antimoyanistas que estuvieron presentes como adherentes. Sin embargo, también se expusieron fugas de gremios que hasta último momento se contaban como participantes (la Unión Ferroviaria, por ejemplo). Además, a través de palabras de varios congresales se hicieron visibles las presiones que sufren los distintos gremios para dimitir y pasarse a las filas de Caló, mediante amenazas de no homologar acuerdos paritarios, o no recibir fondos de la Administración de Programas Especiales (APE) para cubrir los gastos de sus obras sociales.
La disputa superestructural está más caliente que nunca, con dirigentes sindicales y políticos jugando fuerte. Sin embargo, será el consenso conseguido en las bases lo que incline la balanza para un sector u otro y establezca el liderazgo del movimiento obrero organizado en el tiempo por venir.

* Licenciado en Comunicación Social / Periodista especializado en temas gremiales / Conductor de En Casa Hablamos FM Radio Sur 88.3http://escritosdeclase.blogspot.com.ar/ @ludistas
Nota originalmente publicada en Marcha

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